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domingo, 08 de enero de 2012

Y me llené de ausencia




Bajo el sol y frente al mar, tendida en la arena. Hablo sola. Con rabia, con mucha rabía. Total... nadie está escuchando.
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Hoy resurges en mi conciencia y me doy cuenta que ya no estás. Fijo la mirada en las olas, a lo lejos, y medio corazón duele y duele mucho. Esta vez se niega a palpitar. Tu ausencia me abrió una herida.
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He vuelto la mirada y no logro encontrarte ¿Soy ciega? ¿Por qué me cuesta aceptar? Qué amargo me sabe el café que otros disfrutan con agrado.
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Deshojo una flor y me pierdo entre coplas y vino tinto. Cierro los ojos y me inquieto porque aún no estoy en calma. Todavía me faltas tú. No me enteré de tu partida porque mi propio dolor me cubría los ojos ¿Cómo es que no me di cuenta de tus cartas en el portal? Tal vez las miraba, pero no tenía fuerzas para leerlas.
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Amigo mío, voy a escribir lo que siento en un papel. Sí... hoy, que esta tierra va a sanar mis heridas y voy a dejarte resguardado en ella. Cuando parta, tomaré un puñado en las manos y será todo lo que me llevaré. Esta carta que te escribo llevará nuestros tesoros, pero absolutamente todo lo demás se quedará aquí.
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Se queda el olor a colegio y a mis rizos sobre el uniforme escolar. Se quedan los libros viejos dentro de aquella gastada mochila de cuero y los espirales de madera de los lápices recién afilados. Se quedan las historietas de papel arrugado y aquel pañuelo con que detuviste la sangre de mi rodilla cuando caí jugando a la cuerda. Se quedan las migajas de las galletas que hizo la abuela, y las cerillas donde anotaste el nombre de tu primer amor. Se quedan mis zapatillas altas de señorita, y tu primera corbata de gran señor. Se queda la matatena, las canicas de vidrios azules y verdes y las piedras que recogimos en el río. Se quedan nuestros cuadernos de matemáticas y los libros de Neruda. Todo se queda, hasta esta carta donde te digo que no me di cuenta cuando partiste. Aquí se quedan nuestros recuerdos.
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Yo necesito re- inventarme. Como lanzando mi vida dentro de una botella al mar agitado, esperando que me lleve a un nuevo sitio donde pueda comenzar de nuevo, con una mejor historia por trazar. La máscara de dolor es lo último que dejo al lado de tantos recuerdos.
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Quiero irme sin nada, entendiendo que no existen las culpas sino las causas. Y hoy, amigo mío, nos encontraremos en el infinito y puede que nos reencontremos en algún espacio secreto.
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Ahora solo me despido. Tú. Tú, sí, llévate nuestros recuerdos. Yo… ya no los quiero cargar más.


Tere Garcia Ahued
2007/03/23
Guanajuato, Méjico
Publicado por Armando Maronese; domingo, 08 de enero de 2012